Kolos nace de un molde de yeso, en un taller de cerámica, donde los artesanos lo esmaltan y hornean. No obstante su brillantez y suavidad al tacto, la materia se hace sentir. Los bordes absorben menos color y se aclaran, mientras que los pigmentos se concentran en las zonas redondeadas, oscureciéndolas. Kolos se convierte así en una mesa de centro de un intenso valor decorativo, combinando su función de complemento con un significado artístico, como si se tratara de una pieza de exposición. Tiene una estética excéntrica e interpreta la arquitectura del Coliseo con un tono irónico.